Mea culpa por haber justificado un régimen dictatorial, mea culpa por haber creído en la fábula de la revolución más allá de la liberación, mea culpa por haber ignorado el sufrimiento del pueblo cubano.
La revolución cubana de 1959, faro de la izquierda mundial, que hace tiempo dejo de iluminar, fue iniciada por un grupo de jóvenes románticos, seguidos éstos por una ola de romanticismo mundial. Se luchaba por la libertad del pueblo cubano y la verdadera justicia social para éste.
Sería injusto no reconocer todo lo bueno que la revolución cubana aportó y sigue aportando a éste pueblo, la reforma agraria, la educación y sanidad pública, gratuita y de calidad, la solidaridad de Cuba para con el resto de los pueblos de los países empobrecidos (becan a muchos jóvenes con escasos recursos de éstos países para que estudien en la isla), el fomento de la cultura y hasta los noventa, se aseguraba una alimentación básica para toda la población.
Con la caída del campo socialista en 1989, se inicia el “período especial” de la isla, y se empiezan a hacer evidentes las deficiencias de la postrevolución cubana, y las desigualdades que ésta crea entre su población. Obviamente, el bloqueo norteamericano, iniciado por Kennedy, y el apoyo de la Unión Europea a éste, obsesivamente incitado por José María Aznar, repercuten fuertemente en la situación económica del país.
Así pues, tenemos como principales motivos exógenos de la actual situación económica de la isla, el bloqueo comercial que obliga a Cuba a pagar los escasos productos importados de EEUU al contado, su mayor socio comercial, y el fin de la URSS, quién asistió e inundó la isla de productos y tecnología prácticamente regalados hasta los noventa.
Los motivos endógenos de la situación social y económica de la isla hoy en día, son varios, yo me centraré en cuatro o cinco puntos que asfixian a los cubanos.
El primero de todos es la falta de libertad. Cuba es una dictadura pura y dura, no existe la libertad de expresión, de asociación, de pensamiento, ni de información. Además, de otras muchas libertades como la de movimiento, el cubano que sale de la isla (y conseguirlo es toda una odisea) si no vuelve en once meses pierde su nacionalidad, los médicos y otros profesionales tienen prohibido salir la isla para evitar fuga de cerebros, ni tan siquiera de vacaciones. Un cubano no tiene la libertad de subir en su coche o invitar a su casa a un extranjero, por muy amigo suyo que sea, esto es delito y puede conllevar prisión. Un cubano, ni tan solo tiene derecho a ganarse la vida como él bien pueda, lo tiene que hacer en la ilegalidad, pues la iniciativa privada está prohibida. Un cubano no puede comer carne de res, está prohibida, sólo para embarazadas y enfermos, si te pillan matando una vaca, 20 años de cárcel. En definitiva, los cubanos no conocen lo que es la libertad.
El segundo motivo es la pretendida igualdad de todos los cubanos, que lo único que ha hecho es provocar más desigualdades. Un médico, una profesora de universidad, un obrero de la construcción, o una camarera tienen un sueldo similar, que ronda entre los 15 y los 20 dólares al mes. La cartilla de racionamiento solo proporciona alimentos para la primera semana del mes como mucho, luego hay que pagar 2 dólares por un litro de leche, 2 por una lata de atún, 2 dólares por un kilo de arroz, 1 dólar por una cola o una cerveza…y ya no hablemos de los precios de la ropa. Está más que claro que el sueldo que proporciona el estado, pues aquí todos trabajan para éste, es totalmente insuficiente para vivir. Así pues, el cubano tiene, como dicen aquí, que “inventar”, hay quien vende fósforos, quién chicles, hay quién repara bicicletas, quien vende tabaco, huevos, y hay quien vende su cuerpo al extranjero/a sin escrúpulos, dispuesto a aprovecharse de la miseria económica de un/a joven. En Cuba te encuentras odontólogos que han decidido dejar de trabajar porque ocho horas al día en un hospital por 15 dólares al mes y luego verte obligado a hacer horas inventando por ahí para poder vivir, pues ¿a quién le apetece? Es mejor trabajar cerca del turismo, como camarero, porque con las propinas se gana más que ejerciendo tu profesión. También nos encontramos con jubilados que después de 40 años de trabajo, tienen una pensión de 10 dólares y a sus 70 años se ven obligados a trabajar en las puertas de los baños para recoger propinas, o haciendo de camareros. También existen profesoras de universidad, que sin avergonzarse por ello, trabajan por las tardes limpiando baños públicos para poder tener algo que llevarse a la boca todos los días. Y ¿quién va a querer hacer de agricultor por 15 dólares al mes? Así pues, en la Cuba de los Castro no se recompensa ni se fomenta el esfuerzo, ni la superación, sino el sacrificio en vano.
El tercer motivo es la dualidad monetaria. En Cuba existen dos monedas, el peso cubano y el CUC, éste último como divisa para los extranjeros. Un CUC es aproximadamente un dólar o 24 pesos cubanos. Los cubanos ganan en peso cubano, pero tienen que comprar la mayoría de los productos en divisa (CUC), lo que mengua su poder adquisitivo una brutalidad. Si ganas 300 pesos cubanos y un kilo de arroz cuesta 1 CUC, es decir, 24 pesos… creo que no hace falta decir más.
El cuarto motivo, a mi modo de ver, es la lejanía de la visión de la realidad por parte de los adeptos al régimen, especialmente los del gobierno, respecto de la realidad del cubano de a pie, los trabajadores. Éstos últimos ya no pueden más, la situación debe de cambiar.
Enlazando con este punto, por una de esas casualidades de la vida, nos entrevistamos con un miembro del gobierno, por no meterlo en problemas guardaremos su anonimato, pero éste hombre que trabaja en las altas esferas de departamento financiero del gobierno, nos deja clara la visión de éstos: “Debemos de reformar la economía, pero lo demás está bien, y todo aquel cubano/a que maldice, no trabaja o ejerce de jinetero/a (eufemismo de puta), es porque es de moral débil”, esto demuestra que los dirigentes viven en una burbuja de cristal.
¿Cuál es la solución?
La solución la tienen todos los cubanos en la boca, quedarse con lo bueno del socialismo en el ámbito social, y adaptar lo bueno del sistema capitalista como modelo económico, sólo lo bueno, no la manera en que se aplica en occidente.
Desde fuera no debemos de apoyar a la extrema derecha cubana en Miami que solo busca la reconquista del poder económico en la isla. Y desde la izquierda, tenemos que dejar de ser tibios con el régimen cubano, pues la izquierda jamás puede apoyar una dictadura, del color que sea. Yo he pecado de esto último, porque no sabía más o simplemente porque me quedé en la parte romántica de la revolución.
Para acabar, en muchas paredes de la isla se puede leer: “Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado y sentido del momento histórico”. Supongo, que no cabe más que decir que es el momento para una nueva revolución cubana, esta vez sin armas y dándole la voz y el mando a pueblo.