sábado, 11 de septiembre de 2010

Platicando con la historia de El Salvador

A un lado tengo a Javi, mi compañero de viaje, y delante a un ser humano que participo en la saboteo de las elecciones de 1972 de El Salvador dando la victoria a la derecha, participó como capitán de las Fuerzas Armadas de el país en el golpe de estado de 1979, se paso al Ejército Revolución Popular en 1980 luchando como guerrillero durante 11 años, vivió en la clandestinidad, conoció a Fidel Castro, al subcomandante Marcos y ahora lucha por transformar socialmente a su país. Todo esto en tan solo 67 años de vida.

Francisco Mena Sandoval, es parte de la historia de El Salvador y el ser humano con la mayor evolución que yo haya conocido jamás. La que sigue, pretende ser un breve relato de su historia personal, y de la historia de El Salvador.

Mena era un muchacho cuándo se alisto en las Fuerzas Armadas de El Salvador, fue ascendiendo, pasó a ser Comandante del Escuadron de Paracaidistas de la Fuerza Aérea del país y luego capitán del mismo ejército. Mientras tanto estudiaba Relaciones Internacionales en la Universidad de El Salvador, ahí conoció a jesuitas y a muchos jóvenes que tenían ideas comunistas, ideas contra las que él había sido entrenado. El comunismo era la encarnación del mal. Fue en ese ambiente dónde el joven e ingenuo militar entablo una sincera amistad con un compañero universitario que era sacerdote y le hacía de párroco de la Fuerza Aerea del país comenzaba a ser consciente de lo que pasaba, prisiones clandestinas, escuadrones de la muerte, asesinatos, torturas… y todo esto acompañado de su aprendizaje universitario y del contacto con jesuitas, que lo fue sensibilizando y acercando a unas ideas que en principio le habían sido prohibidas.

El asesinato de su compañero religioso le acerco a Monseñor Romero, un religioso comprometido con el pueblo salvadoreño y no con las instancias del poder. Con el tiempo Mena era más sensible y consciente de su realidad. Un día, dado su cargo, se enteró de que Monseñor Romero estaba el número uno en la lista de la Guardia Nacional para ser eliminado. Mena le advirtió, pero este tenía un compromiso con el pueblo que iba más allá de su vida, esto también marcaría a Mena.

El asesinato se cometió finalmente y Mena no podía seguir dentro del Ejército, pues ya no comulgaba con sus normas, pues ahora ya no era tan inocente/ignorante, ahora era consciente de lo que pasaba, y eso le removía por dentro. Dentro del ejército se sospechaba de él, por sus lazos con gente del movimiento “comunista”. Un compañero de la Guardia Nacional lo advirtió de que iba a ser asesinado. Poco después, en medio de una carretera, volviendo a casa con una copa de más, pero siempre armado hasta los dientes, fue acribillado a balazos. La suerte, o quién sabe qué, hizo que se salvara, mató a dos de los que lo intentaban asesinar, de la Guardia Nacional, y a él lo hirieron en un hombro. Un jefe del ejercito que pasó por la carretera lo llevo al hospital y salvo su vida.

Al poco, Mena es llamado por el Ministro de Defensa, y ni corto ni perezoso Mena le dice que le han intentado asesinar y que él lo sabía, el Ministro se queda pasmado. Acaba saliéndose de esa situación.

Después del golpe de Estado, en el que el propio Mena participa e idea, a éste se le manda a acabar con la vida de todos los que se hallan en Villa el Rosario, unas cuatro mil personas, supuestamente todos eran terroristas. Mena, que cada vez era más sensible para con la realidad, entra en la Iglesia de Villa el Rosario y se encuentra con las miradas de odio de hombres, mujeres y niños, que estaban muy lejos de ser terroristas. Mena toma la decisión que cambiará el resto de su vida, desobedece las órdenes recibidas y no mata a nadie. Este momento marcará un punto de inflexión en su vida.

La decisión de Mena le cuesta un Consejo de Guerra del cuál sale indemne, pues inteligentemente aduce una causa de guerra, la economía de guerra. Justificó que controló el pueblo sin tener que gastar ni una sola bala.

Mena formaba parte del Ejército de la nación, pero ahora era consciente de que luchaba contra los que tenían razón, contra el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Esto fue difícil y confuso.

Después de una larga serie de sucesos y contactos, Mena entra a formar parte del ERP (Ejército de Revolucionario del Pueblo), uno de los cinco grupos armados de la izquierda revolucionaria que conformaron el FMLN, pero sin dejar las Fuerzas Armadas del Estado, quería tomar un cuartel desde dentro.

Se dan una larga secuencia de acontecimientos hasta que finalmente Mena debe de abandonar el Ejército del Estado, y dedicarse a cuerpo y alma al ERP. Se va, pero se lleva los códigos de comunicación del ejército, lo que les permitirá a los guerrilleros insurgentes llevar siempre la ventaja al ejército del Estado.

Mena, que había dado un golpe de Estado con el Ejército de la nación, luchará durante más de once años con los que hasta entonces habían sido sus enemigos, el FMLN. Aquí cabe remarcar que el capitán Mena antes de darle la vuelta a su vida vivía en una posición muy cómoda: capitán del ejército, buenas relaciones, jefe de seguridad de uno de los grandes bancos del país, tenía su propia empresa de seguridad… no le faltaba de nada.

Pasó de tenerlo todo, económicamente hablando, a vivir en la clandestinidad y en la guerra durante más de once años. Esto tuvo grandes consecuencias para con su familia, a la que no vio durante todo ese tiempo.

Durante esos años, su familia estuvo en la Nicaragua Sandinista, en la Cuba castrista, en Méjico… Se sentó en la mesa de negociación para los acuerdos de paz en Ginebra, fue diputado en la primera asamblea democrática del país, representante del FMLN en Europa, y finalmente se reencontró con su familia.

Francisco Mena Sandoval pasó de amar las armas a odiarlas, de luchar contra los revolucionarios comunistas a luchar con ellos, de ser un machista a ser un hombre sensible en términos de género, Mena dejó la ignorancia atrás.

Hoy en día trabaja en Barcelona en la Red de Solidaridad para la Transformación Social, es padre de nueve hijos y abuelo de diecisiete nietos.

El hombre que tengo sentado delante de mí representó todo lo que yo detesto, incluso mató personas, pero a la vez la increíble evolución de este ser humano me despierta sorpresa y admiración, aprecio su valentía y la cruda sinceridad con la que nos habla, asumiendo sus errores.

1 comentario:

  1. Que béstia! Y pensar que no nos contó su historia en clase por exigencias del guión... Menudo desperdicio pues, porqué escuchar el relato del recorrido de su historia seguro hubiera sido más didáctico! Un beso Carlos, y todo lo que estas aprendiendo es una pasada.. Envidia sana..

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